Un breve m0ment0 de gl0hrÿa

Me mirabas, Gloria, y tu frente 
era un plástico ruinoso en mis retinas.
VICTORIANO CRÉMER

I

/)/)/-¶LΛsΤγκ0 RvγИ0s0-/(/(/. Febrero de 2017. La ilusión me parte el pecho en tres o cuatro cachos. Voy a publicar mi primer libro con tan sólo diecisiete primaveras. Tendrá un título cursi, ñoño y ramplón: Abrazando el viento. Tal sintagma podría suscribirlo Luis García Montero en el momento más esplendoroso de su senectud. Todo esto podría convertirse un grandísimo acontecimiento memorado por la Historia de la literatura, o, más bien, en un suceso realmente extraño, semejante a visionar un ovni en plena carretera comarcal o a mantener por primera vez un contacto extraterrestre en la tercera fase. Así creo que se lo tomaron en mi querido Portillo de Toledo, pueblo en el que vivo, viví y viviré por siempre. ¦¦El hijo de Goyo y Mamen va a publicar un libro. // ¡Anda! El nieto de los panaderos se nos ha hecho poeta. // Oye, que se conoce que el nieto del Curro y la Fermi escribe versos¦¦. Seguramente, estos serían los comentarios o los pensamientos de muchos portillanos en aquella época. La rareza crepuscular del asunto hizo que la presentación de Abrazando el viento fuera un evento multitudinario. La Casa de la Cultura se llenó hasta los topes: antes, nunca hubo tanta homofauna allí. Me pregunto qué esperaban todas esas personas que se dirigieron con inmensa ilusión a verme tartamudear, a observar con más morbo que interés las entrañas versuales de mis primeros ejercicios poéticos, encuadernados pomposa y cínicamente por una editorial de autopublicación con muchas serpentinas y colorines y poca carne en salsa definitiva. No lo sé. No sé por qué quise mostrarle a aquellos hombres y mujeres mis primeras metáforas, mis primeros símbolos, mis primeros endecasílabos: tropiezos primerizos estrepitosos. Creo que un presentismo utilitarista urgido por la ridícula necesidad de reconocimiento inoculado por el histrionismo de las redes sociales provocó, de inmediato, una reacción delirante en el cerebro adolescente de servidor. Aquella gente (y esto lo supe en el mismo desarrollo del acto) nunca leería mi libro aunque lo comprase o se lo regalase, pues, para ellos, siempre sería el hijo de Goyo y Mamen, el nieto de los panaderos, el niño chico del Curro y la Fermi; mas nunca sería Diego Godián López, escritor en ciernes, poeta anonadado por las disquisiciones del lenguaje, joven con inquietud por las artes y las letras. /)/)/-¶LΛsΤγκ0 RvγИ0s0-/(/(/

II

/)/)/-¶LΛsΤγκ0 RvγИ0s0-/(/(/. Con esto no quiero insinuar que no estoy orgulloso de mi familia y mis raíces. No quiero decir que sus fértiles huellas me lastran el sendero y me oprimen las entrañas hasta la más absoluta exasperación. No. Lo que quiero decir es que cada uno aprecia lo que conoce. Cada uno interpreta la realidad con los parámetros que le han sido dados de manera aleatoria, apriorística, sorpresiva e irregular, y esas coordenadas no suelen coincidir con el análisis riguroso y atento de unos cuantos poemas o novelas absurdos. Para Paco, Jacinta, Eugenio o Juan, lo más cercano a la poesía es Goyo, los panaderos, Mamen, Curro y la Fermi porque yo estoy por medio; para Goyo, los panaderos, Mamen, Curro y la Fermi, lo más cercano a la poesía soy yo porque un libro púber está por medio; para mí (Diego Godián López), Goyo, los panaderos, Mamen, Curro, la Fermi, Paco, Jacinta, Eugenio y Juan son lo más cercano a la poesía porque el pasado, la memoria y la nostalgia están por medio. He aquí el ciclo epistemológico de la literatura: el conocimiento lírico consiste en la aprehensión, por parte del poeta, de la condición marginal y fútil de la poesía en tanto que existen realidades que, aun desconociéndola, generan estados psíquicos similares a la lectura de la misma. Por eso la poesía es una cristalización afectivo-cognitiva de segundo orden, además de una materialización verbal imperfecta y muy degenerada de los pensamientos o modos mentales que originalmente han arraigado en los sujetos operatorios. He aquí donde estriba la inutilidad del verso: en su pobreza inminente e inmanente. Como objeto puramente intelectual, la poesía intenta acercarse a la proliferación salvaje de sensaciones que nos producen otras disciplinas. En la pintura, la escultura o la música, esas sensaciones son intrínsecas a las obras, ya que éstas nos entran directamente por los ojos (pintura y escultura), o nos entran directamente por los oídos (música). La poesía, sin embargo, no contiene sensaciones intrínsecas, pues ellas han sido simuladas cognitivamente a través del lenguaje y, por ende, han de interpretarse y captarse de manera cerebral, abstracta y apotética. Por todo esto, la poesía –y la literatura en general– es el arte más pobre. Por todo esto, la poesía es como un abanico roto olvidado en la acera de una gran ciudad abandonada o yerma o bombardeada por el árido silencio. /)/)/-¶LΛsΤγκ0 RvγИ0s0-/(/(/

III

/)/)/-¶LΛsΤγκ0 RvγИ0s0-/(/(/. Yo escribo sobre mi familia, sobre Paco, sobre Jacinta, sobre Eugenio y sobre Juan, pero ellos ni tan siquiera lo saben o lo pueden intuir. De hecho, quizá ni tan siquiera les importa. Escribo sobre ellos porque me interesa la memoria, el recuerdo, el dolor, la muerte y la nostalgia, y lo que he conocido es la memoria, el recuerdo, el dolor, la muerte y la nostalgia de mi familia, de Paco, de Jacinta, de Eugenio y de Juan. Evidentemente, después deformo dicho paquete de datos con diversos mecanismos ficcionales por si se ofendieren a raudales vuesas mercedes con tales atrevimientos desmesurados (no vaya a ser que me empotren en la jeta una denuncia por escribir cuatro cositas chistosas, como ya les sucedió a Flaubert, Ginsberg, Baudelaire y compañía). Yo escribo lo que late con fervor en los corazones ajenos: redacto lo que ellos transfusionan al mío con esfuerzo y dificultad, casi siempre con rugidos mudos. Por eso ahora, a las 5:49 de la madrugada, estoy componiendo estas líneas que leéis; estos intrincados rastros de hormiga que no hablan sobre mí, sino de la incidencia ajena sobre los huesos despellejados que me sostienen. /)/)/-¶LΛsΤγκ0 RvγИ0s0-/(/(/

IV

/)/)/-¶LΛsΤγκ0 RvγИ0s0-/(/(/. Como dije antes, la presentación fue muy exitosa: el delegado provincial de educación se personó en la misma y movió sus contactos y redes de influencia para que yo y mi libro apareciéramos en las páginas del ABC y en unos cuantos periódicos regionales más. De aquellas noticias guardo recuerdos un tanto aciagos: “Alumno del IES Aldebarán publica su primer libro de poemas”.  El título de la mayoría de entradas era ese. Ni tan siquiera mencionaban mi nombre o el del poemario en cuestión: simplemente afirmaban con insistencia que era alumno del IES Aldebarán de Fuensalida (nunca indicaban que yo procedía de Portillo y, a menudo, confundían mi génesis municipal, mi sangre y mis raíces plasmándome como fuensalidano, como ajeno a mi tierra); afirmaban con insistencia que era alumno del IES Aldebarán, decía, como si mi instituto –uno de los más complicados de la provincia– fuera el objeto de la promoción y no mis versos; pero no me quejo en verdad: sé que el delegado lo hizo con buena fe y que, ante cualquier circunstancia, deseó posar generosamente sus manos en mis hombros. Por desgracia, su cargo le obligaba a remarcarme como producto intelectual de la escuela pública: el borrado de mi identidad como escritor ya comenzó a diluirse, irónicamente, en los mismos espacios de promoción que deberían actuar como altavoces mediáticos para mi obra. Tras dichas peripecias, llamaron de Castilla La-Mancha Media para hacerme una pequeña entrevista mañanera en televisión. Hoy en día, la vergüenza ante las respuestas titubeantes que les solté es menor, muchísimo menor, que el repudio total hacia las preguntas ridículas que lanzaron a mis ingenuos tímpanos: recuerdo que, en aquel momento, me dio mucha rabia que no me dejaran leer ningún poema. {{Yo estaba pensando en Rincón Literario, id est, en las entrevistas de Edith Checa a los poetas de la generación del 50}}… y… bueno… ¡mejor así para todos! (No mencionaré, no, otra entrevista que una radio no autonómica, provincial o comarcal, sino municipal –de Fuensalida–, me realizó en un programa de humor tetrapléjico). /)/)/-¶LΛsΤγκ0 RvγИ0s0-/(/(/

V

/)/)/-¶LΛsΤγκ0 RvγИ0s0-/(/(/. No menciono, entre tanto estiércol, la cola interminable de portillanos pasándose por la tarima para que les firmara Abrazando el viento. No menciono que tuve un beneficio neto de 2.500 euros al arrojar al mundo aquel librito fofo e ineficiente. No menciono ese singular dolor de muñeca nunca antes experimentado, las declamaciones graves de Luis Dioni tras subirse al escenario de parqué, las citas impostadas de Borges y demás situaciones que me inyectaron bastante tristeza en el riego sanguíneo. No menciono la mayoría de cosas, pues el cómputo total hoy se desintegra putrefactamente en mi débil hipocampo. Tampoco menciono la vorágine poemántica de aquellos meses: diversos poetas instagrameros se acercaban a mí sin saber por qué. Yo no tenía nada para ofrecerles. Menos mal que se dieron cuenta y huyeron pronto de mis alrededores. ((Por cierto, la opera prima tuvo dos ediciones: los últimos cincuenta ejemplares los regalé)). //// 2022 ////. La confirmación del fracaso sucede cuando, yendo a por el pan, me encuentro con la Julia y me dice con voz dulce y maternal: {hombre, Diego, ¿has seguido con las poesías?} Yo le digo que sí, que nunca paro de escribir: que hago cuentos, poemas, artículos académicos, entradas para mi blog y mensajes wasápicos a diario, a diario, a diario, a diario. Ella me mira con con ojos de sauce y responde con sequedad: {¡Muy bien!} El fracaso roe mis tuétanos porque esa cuestión indica, de manera oblicua, que en el pueblo no me ven como a un escritor, sino como a un poetilla ocasional. Creen que ese poemario fue flor de un día y que no tengo nada más en la recámara. Pero se equivocan, porque yo me he comprometido con el silencio debido a la búsqueda de la excelencia. Después de Abrazando el viento, en mis años de fiebre universitaria, escribí unos seis poemarios más: todos ellos los rechacé y destruí por no ser tan buenos como me prefiguraba. Algunos de sus títulos eran Desintegraciones, La gloria fue para los otros o Trípticos e interludios. De dichas páginas conservo un poemario heterogéneo vertebrado mediante heterónimos: Pájaros de Azufre: antología comentada de poetas anónimos. También he escrito un poemario que, en principio, debería haberse llamado …levedad…, pero ahora no sé qué título endosarle: ese me desagrada por su cercanía con Kundera (Bachiller Fabián Ramírez dixit). Asimismo, estoy escribiendo un libro de poesía computacional y otro que se organiza a partir de intertextos bíblicos basándose, sobre todo, en el Apocalipsis de San Juan (texto que me apasiona).

VI

Como veis, portillanos y habitantes del mundo, escribo y escribo y escribo y escribo. Decapito muchos libros y poemas porque, en lo más hondo de mis convicciones, se halla la idea de que tengo que estar a la altura de los que, antes que yo, han mimado y cuidado la poesía como si fuera uno de sus hijos amadísimos. No quiero derruir lo conseguido por Aleixandre, José Ángel Valente o César Vallejo. //// 2022 ////. Una vez, Gamoneda, premio Cervantes y uno de los mayores poetas de la Historia de la literatura en español, me firmó sus obras completas en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Su dedicatoria impactó casualmente en el centro de mi ideosincrasia: [_Para Diego, que lleva la poesía en sus manos, toda una responsabilidad_]. No sé por qué Antonio Gamoneda, con sus grafías picudas y alambicadas, semejantes a alambres oxidados, me escribió eso. No sé qué vio en mí, qué le empujó a elegir esas palabras y ofrecérmelas como lirios ardiendo o jeroglíficos. No lo sé. No obstante, mientras las nubes sonrían, a pesar de los cuchillos y aunque el silencio no escampe, sigo escribiendo, sigo escribiendo, sigo escribiendo, sigo escribiendo y, sin embargo, sé que nadie leerá este artículo, sé que nadie leerá este artículo, sé que nadie leerá este artículo, sé que nadie leerá este artículo. //// 2022 ////. PD: {Perdonen el exceso de biografismo yoísta, pero tenía que expresar tales excrecencias en mi página web. Lo siento por las molestias.} /)/)/-¶LΛsΤγκ0 RvγИ0s0-/(/(/.

VII

<Madroños^d_e^colágeno>

D. G. L.

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