Roberto Distante, Estrella Bolaño

¿Cómo desistir a tal afrenta dislocada? ¡Alzad 
la gloria ante el abismo miserábile!
PEDRO W. LUJÁN DE CIERVES

*       *       *

Tristemente, Bolaño parece haber salido de un huevo de avestruz. Cuando miramos su semblante con ánimos analíticos, su frente ancha como una represa nos golpea en los ojos de forma torrencial; más arriba, su cabello rizado y seco, dispuesto sobre el cráneo como un musgo polvoriento sobre el feroz rocaje de las cordilleras más remotas, deja entrever en su coronilla un cartón moreno muy seductor para los chistes fáciles. Su nariz, por otra parte, tiene aspecto de morro de avión antediluviano fabricado con plastilina, o incluso de tabla de planchar calcinada por el aliento pútrido de un dragón del Medioevo. No es menos grotesca, empero, su boca finísima, casi inexistente; su boquete anoréxico y anoréxico y anoréxico, pues el mismo se empeña en esbozar con timidez el frágil contorno de unos ¿¿¿labios??? tan rasposos como la lija o el alquitrán, bajo los cuales se halla un batiburrillo de muelas de búfalo apiñadas, constreñidas y revueltas como anchoas amarillas en lata, todas ellas acariciadas por el agua fecal de una residencia de ancianos o el de una letrina del segundo siglo antes de nuestra era. Bien… Dicho esto, bajemos ahora, señores, aún más por el desastre: he aquí el mentón y los huesos temporales. ¡Jamás veréis una mandíbula tan retraída hacia atrás, hacia los más profundos adentros de la tráquea!, ¡jamás veréis unas orejas tan semejantes a dos filetes de pollo arrugados por el congelador! Esa barbilla picuda no es barbilla, sino una oquedad enorme en medio de la oquedad anal y pestilente de un jamelgo con sarna y moscas alrededor de su culo, rebozado al atardecer en estiércol y ortigas venenosas. ¿Y el cuello? Pfff…, de eso no diré mucho: sólo que es tan largo como la pata de un ñandú puesta del revés. ¡Qué disgusto! Me temo que debemos dejar aquí nuestras iluminadoras observaciones, no sin antes hacer referencia a ese par de cejas como dos rastrillos mojados y erectos que acaban de retirar el vómito púber de un bordillo nocturno; y no sin antes mencionar esas gafas grasosas y rayadas cuyo diámetro es igual al de una plaza orbital de toros victorino-martín. ¡Qué disgusto…! En fin…, ya está expuesto, ya está: ¡nervios fuera, nervios fuera, psique dentro!

I

(((Perdonad el anterior exabrupto prosopográfico: llevaba muchísimo tiempo queriendo describir de tal guisa a nuestro querido novelista chileno y, hasta ahora, no he podido encontrar el instante adecuado. Pasemos raudos, pues, a hablar de lo que nos interesa. Seguid la flecha breve → ))). En el discurso ofrecido por Bolaño después de recibir el Premio Rómulo Gallegos, se observa una de las claves interpretativas de Estrella distante: «pusimos toda nuestra generosidad en un ideal que hacía más de cincuenta años que estaba muerto, y algunos lo sabíamos, […] fuimos estúpidos y generosos, como son los jóvenes, que todo lo entregan y no piden nada a cambio». Más tarde, el escritor relaciona dicha actitud con el discurso de las armas y las letras (El Quijote: cap. 37, pt. I), y asegura que Cervantes elige las armas porque «ellas son la juventud, el brío desenfrenado, desinteresado y utópico de esos cuasiadolescentes que fueron a luchar a Lepanto o a cualquier otra batalla –de aquel siglo, de este o del que viene– imbuidos en pensamientos de gloria e inmortalidad postrera, aunque lejana e imposible; y en querencias de un mañana mejor para todos los seres y los hombres». La novelita apelada, en sintonía con dicha nematología, nos presenta la realidad disgregante de una generación de escritores menoscabada por la dictadura y la lucha política. Al comienzo de la novela conocemos lo siguiente: 1) Wieder ha asesinado a las hermanas Garmendia –las poetas noveles más prometedoras del país–; además, 2) Juan Stein –profesor del taller de escritura– marcha a la guerrilla izquierdista y muere supuestamente en combate, al igual que su antepasado soviético (el oficial Cherniakovsky, general más joven y eficaz de la URSS caído en el frente). Estos hechos remiten, de manera alegórica, a dos ideas principales: 1) la destrucción del brillante provenir de un conjunto de jóvenes muy válidos y entusiastas a manos de la represión militar neofascista; y 2) la eliminación de todos los líderes fuertes, capaces de conducirlos hacia la futura genialidad. Como vemos, estas conclusiones funcionan solidariamente para el ámbito poético y para el existencial: la obra bolañiana –debido a sus inicios infrarrealistas– postula que sendas cosas son idénticas. (((Aquí termina este epígrafe. Cuidado, no te vayas a reventar la esclerótica))).

II

Pero aparte del sendero de lectura propuesto, existen otros. A menudo se asocia la figura de Carlos Wieder a la de Octavio Paz, gerifalte de la poesía mexicana de aquellos años: «Una poesía firmada como El Piloto, […] que a primera vista parece un plagio descarado de un poema de Octavio Paz» (112). En tal imbricación subyace una tesis relevante: las estructuras verticales de poder esclerotizan, empobrecen y asesinan cualquier brote singular que pueda darse en un panorama literario determinado. No obstante, ha de decirse que todo lo expuesto siempre se contempla desde una perspectiva teleológica y nihilista: la literatura camina hacia la nada, hacia la desaparición. Por eso Lorenzo, el artista discapacitado, se intenta suicidar arrojándose al fondo del mar (espacio simbólico del olvido); y por eso, también, el narrador sueña que naufraga –sumido en la desgracia o el silencio– en un barco junto a Wieder: id est, tanto para los escritores conocidos (gregarios, oficialistas) como para los desconocidos (egregios, marginales), el consabido final es la pública e íntima aniquilación (reflexión ya anunciada por Borges). Asimismo, en “Últimos atardeceres en la tierra” (relato incluido en Putas asesinas), existe una escena en que los dos protagonistas (llamados «B» y padre de «B») se hallan en una barca perdida, en mitad de los océanos. Al segundo («padre de B») se le precipita la cartera a las insondables aguas, hecho que propicia que se zambulla nerviosamente en ellas. Al ver que su padre no regresa del abismo marino, B se zambulle también; no obstante, debajo, mientras su propio cuerpo se hunde de manera inevitable y plomiza, observa a su progenitor ascender con agilidad. En cambio, él, sin saber por qué o cómo, no puede realizar tal acción: hállase paralizado, inmóvil, yerto; mientras, recuerda los versos del malogrado Guy Rosey (A), poeta surrealista menor desaparecido en Francia durante la II Guerra Mundial; recuerda el rostro del desconocido poeta acaso entre las débiles burbujas y la contracción fatal de sus alvéolos, al contraluz de su propia asfixia; y siente, incluso, que aquellas facciones (del-otro-A) ya borrosas –fatigadas por el tiempo y la imaginación– se posan sobre su estresado rostro de olvido y azufre. (((Creo que no es necesario que escupa más palabras indigentes. Muy bien, señores, habéis comprendido a la perfección: (((=\*Ѳ* /._.\*Ѳ*/._.\*Ѳ*/=))).

III

(((Y esto, para finalizar ))). Hay, en la novela de Bolaño, una serie de procedimientos cervantinos a destacar. Primeramente, en las partes 4 y 5 acudimos a dos historias intercaladas correspondientes a las biografías de Juan Stein y Diego Soto. En segundo lugar, los narradores implícitos –recurso inaugurado por el escritor español con el rocambolesco personaje de Cide Hamete Benengeli– surgen con gran profusión: los más importantes son Bibiano (amigo del narrador) y Muñoz Cano (autor de Con la soga al cuello). Asimismo, es menester señalar que estamos ante un narrador intra-heterodiegético que inserta la duda en los sucesos que relata: «Todo lo anterior tal vez ocurrió así. Tal vez no». (92). He aquí un enunciante-ventrílocuo, pues se instala ora en una aparente omnisciencia, ora en una autoincógnita u ora en la bruma de sus propias palabras. (((Su trayecto ha concluido. Pónganse aquel cinturón, el de basalto, entre los dientes y los puños, y, sin pensarlo mucho, aprieten con fuerza hasta la rompiemte extenuación. Quizá así sangren levaduras. Quizá así desuellen las carnes. Quizá, así, los frondosísimos ceros: Zhhhehhhrhhh0 ÷ Zhhhehhhrhhh00 ÷ Zhhhehhhrhhh000))).

D. G. L.

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